La influencia de los ritmos biológicos sobre nuestra vida diaria empieza a ser más que una mera hipótesis en ciencia. Parece ser que nuestro reloj interno tendría relación en el desarrollo de diversas enfermedades.
Cuando hablamos de ritmos circadianos nos estamos refiriendo al propio reloj biológico que todos llevamos dentro. En biología se entiende que existen ciertas oscilaciones relacionadas con nuestras variables biológicas en intervalos determinados de tiempo.
En otras palabras, el reloj biológico que todos llevamos dentro se sincroniza en cierta manera con los ritmos ambientales de temperatura y luz. De esta manera se han descrito ritmos circadianos en diversos organismos vivos, desde hongos como Neurospora (que protege con este mecanismo su ADN de la radiación ultravioleta), plantas a seres humanos.
Pero, ¿tendríamos problemas si falla nuestro reloj biológico? ¿Se asocia la alteración de los ritmos circadianos a problemas fisiológicos? Dado que estas oscilaciones regulares tienen relación con algunas hormonas importantes, como la luteinizante o la estimulante del tiroides, podríamos pensar que modificar de alguna manera nuestro reloj biológico conllevará algunos problemas de salud. ¿Qué dice la ciencia?
Nuestro reloj biológico podría afectar sobremanera a los alcohólicos
Un estudio presentado hace unas semanas en la revista PLOS One relacionaba la aparición de problemas hepáticos en individuos con alcoholismo con alteraciones en su reloj biológico.
Para confirmar su hipótesis, llevaron a cabo un análisis en ratones, en los que sus ritmos circadianos estaban alterados, bien mediante modificaciones genéticas, bien mediante cambios en las condiciones ambientales en las que vivían. Tras someterles a un consumo crónico de alcohol, observaron que los ratones con el reloj biológico alterado presentaban una mayor permeabilidad intestinal, endotoxemia (es decir, mayor concentración de toxinas en el torrente sanguíneo) y esteatohepatitis, que es una inflamación grasa del hígado.
Sus resultados confirman que, en situaciones de riesgo, como la que se da con el consumo crónico de bebidas alcohólicas, el reloj biológico puede provocar un empeoramiento de la situación de estas personas. Por ello, evitar este tipo de escenarios, y tratar de mantener nuestros ritmos circadianos en intervalos regulares (y adecuados) puede evitarnos problemas de salud.
Reloj biológico y cáncer: ¿un matrimonio bien avenido?
Una revisión publicada el año pasado apuntaba una idea interesante para el futuro desarrollo de lo que se ha conocido como medicina circadiana. Y es que nuestros ritmos biológicos condicionan los procesos biológicos, entendiendo estos como la expresión de determinados genes y la producción de diversas proteínas.
Sabiendo esto, y teniendo en cuenta que el cáncer se produce por alteraciones genéticas en diversas células, que provocan la aparición de un tumor... ¿podríamos pensar en los ritmos circadianos como una posible peligrosa influencia en el desarrollo del cáncer?
A través de complejas rutas metabólicas, nuestro reloj biológico controla en cierta manera el ciclo de división celular. De hecho, existe una vía común, regulada por la luz, en la que el desarrollo del cáncer y los ritmos circadianos tendrían puntos en común. Aunque dependiendo del tejido, esta investigación postulaba unas moléculas clave u otras, lo cierto es que parece más real que nunca que los diferentes ciclos u oscilaciones biológicas tengan que ver en diversas situaciones patológicas.
Por ejemplo, parece ser que la molécula BMAL1 tiene relación en el desarrollo de cáncer de piel, y en otros estudios se ha relacionado la alteración del ritmo circadiano con mayor riesgo a padecer cáncer de mama. Igual que ocurría con el alcoholismo, los cambios en nuestro reloj biológico parecen ser un factor de riesgo importante que no deberíamos dejar de lado.
Aunque se necesitan más estudios que confirmen las relaciones entre los cambios de ritmos circadianos con el desarrollo de enfermedades, como en el caso también de problemas neurodegenerativos o la [diabetes](http://diabetes.diabetesjournals.org/content/62/7/2175.long), lo cierto es que nada hacía sospechar hace unos años que nuestro reloj biológico fuera tan importante, como parece ser ahora.